LOS AKELARRES SU HISTORIA Y SU SIGNIFIKADO
Historia del origen de los aquelarre o akelarre y fechas en los que se realizan, descripción de los mismos y qué se celebra en los mismos.
La palabra Aquelarre o akelarre (del euskera aker = chivo o macho cabrío; larre = campo) es el lugar donde las brujas (sorgiñas en euskera) celebran sus reuniones y sus rituales.
Aunque es una palabra de origen vasco se ha asimilado en castellano. En efecto, el término se asocia a las leyendas medievales que hablaban de las reuniones rituales que brujas y brujos celebraban en honor a Satán.
En las versiones sudamericanas de este mito, el aquelarre recibe el nombre de Salamanca. Se trata de una reunión demoníaca de la que participan brujas y demonios de todo tipo. El mito de la Salamanca se halla difundido en gran parte del territorio argentino tanto en la zona de la cordillera como en la precordillerana. Pero también en el litoral en donde también recibe el nombre de “la comitiva”.
En el Aquelarre, la obra de Goya, que se reproduce en esta página, es uno de los lienzos más impactantes (de los 14 que componen la serie que pintó Goya) y que compró la Duquesa de Osuna para su palacio de El Capricho. En él se representa un macho cabrío negro (figuración del demonio), coronado de hojas de vid, que preside una reunión de brujas que le ofrecen niños, posiblemente se trate de una alusión a la vieja creencia de que los niños son el bien más preciado por Satanás por lo que las brujas robaban los pequeños para ofrecérselos.
La escena se desarrolla por la noche, a la luz de la luna, divisándose un buen número de murciélagos rodeando al demonio. Estas historias se escuchaban con frecuencia en las tabernas y en los mentideros, intentando los ilustrados desmentirlas para eliminar la superstición del pueblo. Quizá Goya, como ilustrado que era, hace una crítica a esos aquelarres, muy en consonancia con las imágenes que aparecen en los Caprichos.
Volviendo al aquelarre propiamente dicho, fue el nombre que se le dio a las reuniones nocturnas en las que las mujeres consideradas brujas se reunían.
Durante la Edad Media se vincula la figura de la bruja a su participación en fiestas de carácter orgiástico denominadas aquelarres (que en vasco significa “campo del chivo”). Se creía que en estos aquelarres las brujas mantenían relaciones carnales con Satanás que adoptaba la figura de un macho cabrío.
A los Aquelarre también se los conoce como Sabbath (pero no hay que confundir a éste con el día de descanso según los judíos, que también es el sabbath). La palabra akelarre procede del euskera, de la unión de aker+larre, que literalmente se traduciría como “prado del cabrón” o del macho cabrío.
Se acusaba a las mujeres de usar estas reuniones como provocación, de invocar en ellas al diablo (el macho cabrío) para pactar con él, de llevar a cabo toda suerte de orgías en las que participa también el demonio, de hacer sacrificios o ritos malignos que causaban mal al pueblo. Aunque realmente, a estas reuniones no acudían extraños, con lo que esto no son sino elucubraciones e hipótesis hechas muchas veces desde el miedo o el rechazo.
Estas reuniones parecen ser el residuo de los ritos femeninos griegos y romanos al dios Baco y otros ritos de origen tracio. Y seguramente las denominadas brujas eran las herederas de lo que quedara de las sacerdotisas bacantes con la entrada del cristianismo. El macho cabrío parece corresponder más al dios de la fertilidad Pan y a los Sátiros.
Probablemente el que una serie de mujeres se reuniesen por su cuenta no resultaba normal en la época y daba pie a rumores infundados, más aún si la reunión era por la noche, pero no hay pruebas de que realmente se realizaran esos sacrificios. Sí se sabe que se reunían, que bailaban desnudas bajo la luna, que preparaban infusiones con hierbas que ellas mismas solían recoger poco para los castigos que sufrieron muchas de ellas después.
También es posible que algunas de las cosas con los que se asociaron los akelarres sucedieran de algún modo provocadas por las propias supersticiones de la época, que conseguían que las mujeres llegaran a autosugestionarse hasta el punto de tener alucinaciones que luego relatarían (en las que sí que podría aparecer una imagen que les recordara al demonio).
Además de la teoría de simples reuniones de mujeres cansadas de la rutina, también hay estudios que creen que podrían ser una derivación de los ritos de la fertilidad propios de culturas más primitivas, de adoración a la Madre Tierra o que asocian los excesos que se les suponían a estas reuniones con los que se daban también en las antiguas celebraciones en honor a Dionisos, el dios del vino. Tal vez el hecho de que estos dos últimos tipos de celebraciones incluyesen también a los hombres fue lo que hizo que no fueran perseguidas y sí lo fueran los akelarres.
Los akelarres solían celebrarse en prados cerca de cuevas (como es el caso de Zugarramurdi, en Euskadi), o en claros de bosques, a cierta distancia de donde vivieran, a donde podían acudir las brujas a pie o supuestamente montadas sobre sus escobas.
Las reuniones en montes o cuevas de montaña al calor del fuego son típicas de los cultos de origen tracio. Despedazar animales o untarse con sangre forma parte del rito bacante.
Se cuenta que en ellos el diablo podía elegir en qué forma aparecerse a las brujas, si en su forma animal, como un macho cabrío, bajo forma humana, convirtiéndose en un hombre apuesto pero con oscuras intenciones, o bajo la forma de una bestia informe sin los límites bien definidos.
Asimismo, se cuenta que podía elegir darles a las brujas que copularan con él y le fueran fieles este mismo poder de transmutación.
Se dice también que el diablo solía marcar a sus acólitas. Una de las maneras era hacerles una herida en alguna parte del cuerpo, que al cicatrizar se insensibilizaría.
Así, durante las torturas en la Inquisición muchas veces se excusaban en que no estaban torturando exactamente sino buscando esa zona insensible que delatara a la bruja como tal.
Otra marca que usaba el diablo era dotarles de un falso pezón que serviría para amamantar a su demonio familiar, oculto muchas veces bajo la forma de un animal.
De aquí surgen dos creencias tradicionales que se mantienen hoy, la de que las brujas suelen tener verrugas (por donde se alimentaría este demonio familiar) y la de que suelen acompañarse de gatos negros o de otros animales como pueden ser lechuzas o cuervos.
Pero segun las leyendas, no siempre era el diablo quien participaba de la orgia ritual. En otros era hechiceros de sexo masculino, que mediante ungüentos, cinturones o rituales, se transforman en animales, lobos en la mayoria de los casos, para acudir al aquelarre y experimentar goces brutales y prohibidos....Es aqui donde la leyenda de las brujas y los hombres lobo se cruzan. Siguiendo por esa linea, tambien hay quien afirma que el diablo se valia de los hombres lobo para cuidar que el aquelarre pudiera llevarse a cabo sin interrupciones.Hasta tal extremo de histeria se llegó, que echó raíces la teoría de que también había aquelarres de hombres lobos, a imagen y semejanza de los de las brujas. Uno de los propagadores de esta teoría fue Casper Peucer, quien en sus Commentarius de Praecipibus Divinationum Generibus (1560) contó la siguiente historia: "En Navidad, un muchacho cojo de una pierna recorre la región reuniendo a los seguidores del Diablo, que son innumerables, para que vayan a un cónclave general. Quien se niega a ir o va de mala gana es azotado por otro con un látigo de hierro hasta que mana sangre y deja huellas ensangrentadas. Desaparece la forma humana y la multitud se transforma en lobos. Se reúnen muchos miles de personas. A la cabeza va el jefe, armado con un látigo de hierro, y la legión le sigue, todos firmemente convencidos de que se han transformado en lobos. Atacan manadas de vacas y rebaños de ovejas pero no tienen poder para matar a los hombres. Cuando llegan a un río, el jefe golpea el agua con el látigo y ésta se divide, dejando un sendero seco en medio por el que pasa la gente. La transformación dura doce días, al final de los cuales desaparece la piel de lobo y se recupera la forma humana".
Pero mas allá de la leyendas originadas por el delirio cristiano, el aquelarre (Sabbat) como tal no es mas que un ritual de adoracion al dios de la fertilidad (Pan) y a la Madre Tierra (Gaia). De hecho actualmente, el concepto de aquelarre sigue vigente dentro de religiones neo-paganas. Los wiccas llaman aquelarres a sus grupos y a lo largo del año estos grupos llevan a cabo cuatro Sabbats Menores y cuatro Sabbats Mayores cada uno durante los días solares sagrados que tiene un intervalo entre ellos de seis semanas y media. Los Sabbats Wiccas Sabbats son las celebraciones orientadas en relación con las estaciones. La Rueda del Año los divide alternándolos para conformar ocho períodos en el año. Estos períodos antiguamente regulaban las actividades diarias como las épocas de siembra y cosecha, además de ser utilizados ritualmente.
Ellos afirman que "Estas festividades revela la historia del Dios y la Diosa, el ciclo que experimenta la Diosa de pasar de Doncella a Madre y de Madre a Anciana y el ciclo que experimenta en Dios; en que nace, se casa, madura y muere. Actualmente los utilizamos para guiarnos espiritual y físicamente; para reunirnos y celebrarlos. El cuerpo humano está regido por estos ciclos que hoy hemos olvidado y alterado a partir de la implementación del calendario cristiano, el cual no va de acuerdo a ningún ciclo natural, debido a su reciente creación."
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