La iluminación.
La iluminación parte de procesos muy sencillos. También en ella se trata de desarrollar ciertos sentimientos y pensamientos que dormitan en todo ser humano y que deben despertar. Únicamente si esos sencillos procesos se llevan a cabo con absoluta paciencia y estricta perseverancia conducirán a la percepción de los fenómenos luminosos interiores.
El primer paso consiste en observar, de determinada manera, diversos seres de
Hay que concentrar primero toda la atención en comparar la piedra con el animal de la siguiente manera. Los respectivos pensamientos deben vivir en el alma, acompañados de sentimientos vivaces, sin permitir que otro pensamiento o sentimiento se introduzca y perturbe la intensa y concentrada contemplación.
El discípulo se dirá; "La piedra tiene forma: el animal también tiene forma; la piedra permanece inmóvil en su lugar; no así el animal, que cambia de lugar. Es el instinto, el deseo lo que hace que el animal cambie de lugar, y también son los instintos a cuyo servicio se halla la forma del animal. Sus órganos están modelados conforme a estos instintos. La forma de la piedra, en cambio, no se constituye según instintos o deseos, sino por fuerzas exentas de deseos".
Al abandonarse intensamente a estos pensamientos observando la piedra y el animal con la mayor atención, se suscitan dos géneros de sentimientos muy distintos, que fluyen en nuestra alma, unos que emanan de la piedra y otros del animal. Probablemente, no se tendrá buen éxito al principio, pero paso a paso, con pacientes ejercicios, surgirán esos sentimientos. Lo indispensable es perseverar en los ejercicios.
Al principio, existirán dichos sentimientos sólo mientras dure la contemplación; después persistirán, hasta que finalmente se transformen en algo que se mantiene viviente en el alma. Luego, basta que el discípulo se concentre debidamente, para que ambos sentimientos aparezcan, sin necesidad de observar un objeto exterior.
De estos sentimientos y de los pensamientos que los acompañan, se forman los órganos de la clarividencia. Si en la contemplación se incluye la planta, se notará que el sentimiento que ella provoca ocupa el punto medio, tanto por su naturaleza como por su grado de intensidad, entre los que fluyen de la piedra y del animal.
Los órganos que se forman de tal manera, son ojos espirituales. Con ellos se llega a ver algo así como colores anímicos y espirituales. En tanto que el estudiante solamente haya adquirido lo que se ha descrito como "etapa preparatoria", el mundo espiritual con sus líneas y sus figuras permanecerá oscuro; por la iluminación, ese mundo se aclara.
Aquí también hay que advertir que las palabras "oscuro" y "claro", así como las demás expresiones empleadas, sólo indican aproximadamente lo que se quiere decir. No puede ser de otra manera, si queremos servirnos del lenguaje corriente que solamente se ha creado para las condiciones físicas. Ahora bien, la ciencia oculta denomina "azul" o "azul-rojizo", lo que para los órganos de la clarividencia fluye de la piedra, y "rojo" o "rojo amarillento", lo que se percibe como procedente del animal. En realidad, lo que se ve son colores de "índole espiritual".
El color que emana de la planta es "verde" que paulatinamente se convierte en un rosado claro etéreo. La planta es el ente de
Cada piedra, cada planta y cada animal, poseen su bien definido colorido. Además, existen los seres de los mundos superiores que nunca encarnan físicamente, con sus colores maravillosos en algunos, y horrorosos en otros. La variedad de colores en los mundos superiores es infinitamente mayor que en el mundo físico.
Una vez alcanzada la facultad de ver con los "ojos espirituales", el discípulo se encontrará, tarde o temprano, con esos seres superiores y también inferiores al ser humano, seres que jamás entran en la realidad física.
Muchos son los caminos que se abren ante el ser humano cuando haya alcanzado el grado evolutivo aquí descrito. Pero no es aconsejable ir más lejos sin observar cuidadosamente las indicaciones u otras informaciones del investigador espiritual. Incluso para lo que ya queda expuesto, lo mejor es seguir las indicaciones de tal conducción experimentada. Por otra parte, si el ser humano posee la fuerza y perseverancia para adquirir los referidos grados elementales de la iluminación, seguramente buscará y encontrará la guía adecuada.
En todos los casos se requiere una precaución, y quien no quiera observarla, más valdría que renunciase a dar pasos hacia la ciencia oculta. Es necesario que el discípulo no pierda ninguna de sus cualidades de hombre noble, bueno y sensible a todo lo físicamente existente. Al contrario, durante su discipulado debe aumentar constantemente su fuerza moral, su pureza interior y su espíritu de observación.
Por ejemplo, durante los ejercicios elementales de la iluminación, ha de procurar que amplíe incesantemente su íntimo sentir con todo ser humano y todo animal, como asimismo su sentido por la belleza de
De cómo se desarrolla la iluminación si el discípulo, gracias a los ejercicios antes descritos, asciende desde la piedra, la planta y el animal hasta el ser humano; y de cómo, tras la iluminación, ha de sobrevenir sin falta la unión del alma con el mundo espiritual, conduciéndola a la iniciación, lo trataremos en los párrafos siguientes, hasta donde sea posible.
En nuestra época son muchas las personas que buscan el camino hacia la ciencia oculta. Lo hacen de una u otra manera, ensayando muchos procedimientos peligrosos y hasta reprobables. Por este motivo, quienes creen conocer la verdad de estas cosas, deben proporcionar a los demás la posibilidad de llegar a conocer algo de la enseñanza oculta.
En esta Web sólo se da a conocer lo que corresponde a tal posibilidad. Es necesario que se conozca algo de la verdad para impedir que lo erróneo cause graves daños. Por los caminos que aquí se señalan, nadie puede perjudicarse si no trata de forzar las cosas. Lo único que ha de tenerse presente es que nadie debe emplear en los ejercicios más tiempo y fuerzas de lo que su vida y sus deberes le permitan. Por entrar en el sendero del conocimiento, no debe cambiar absolutamente nada de las condiciones externas de su vida.
Si se espera alcanzar resultados verdaderos, hay que tener paciencia; saber cesar el ejercicio después de pocos minutos y continuar tranquilamente el trabajo habitual. Y ningún pensamiento relacionado con los ejercicios debe mezclarse con las actividades cotidianas. Quien no haya aprendido esperar, en el mejor y más elevado sentido, no sirve para discípulo de la ciencia oculta y no llegará jamás a resultados de un valor considerable.
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